Las palabras no acaban de reflejar la estancia de los cuerpos en sintonía, que luego huyen, las palabras esconden un objetivo que brota como el agua en estos ojos, que sacudo para esconderlas y mojan las cenizas que quedaron, ahora soy más fuerte que el recuerdo, que el humo, que las cenizas, las garras del tabaco y el papel quemado.
Tu cuerpo un emblema, tus mirada áspera y afable, tu calor como el vientre que engendra todo lo bueno y lo malo de mi obra, tu vos decretaba un pacto ofertado en tinta roja como la sangre que corre entre mis manos, a la distancia.
Tus letras son poesía que hiere como el ardor de la lava de la tierra, bienestar como la frescura del viento que rosa el cuerpo ante el azote de una inmensa bola de fuego, tu poesía es como la nostalgia de una hoja al sentir el otoño llegar, la libertad de un ave en su primer vuelo, la tranquilidad de una tarde al término de una jornada, la paz de saberte vivo, la muerte de una guitarra en su funda, el brazalete sujeto en mi mano, el cajón entre abierto que asoma tu recuerdo, todo lo que eres, todo en lo que estás y yo ser como una máquina que espera tu regreso.
Tu eres el tiempo, la hierba, música, mi cuaderno, hojas secas, un símbolo sobre la arena mojada, los cuatro elementos, eres vida, muerte, eres poesía, eres nada.
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